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sábado, 19 de febrero de 2011

Incastellamento

Incastellamento es un neologismo acuñado por el historiador francés Pierre Toubert no traducible en español por incastellamiento o encastellamiento (ninguno aparece aún en el DRAE, mientras que el verbo encastillar, de donde se deriva encastillamiento, tiene un significado propio y distinto1 ).
El significado que le dio el historiador francés fue triple: el 'incastellameno' suponía ocupar nuevos lugares, concentrando la población antes dispersa; estos nuevos poblados estaban fortificados (se "encastilaba" la población); en torno a los nuevos asentamientos se reorganizaban los espacios de producción en espacios concentricos.2 El resultado, pues, del incastellamento habría sido la creación de aldeas delimitadas por un recinto amurallado que las fuentes denominan castillos.
El historiador Pierre Toubert ha utilizado este término para designar el periodo entre el siglo X y el siglo XII cuando se multiplicó la fortificación de núcleos rurales en el Lazio (centro de Italia). Estos castillos, que las fuentes denominan con las palabras latinas castra o castella, dominan generalmente a poblaciones agrupadas bajo un lugar elevado y defendidos por una muralla. Posteriormente el movimiento de incastellamento ha sido analizado por todo el mundo mediterráneo, particularmente en la extensa zona que va desde Italia hasta España pasando por el sur de Francia (Rosellón, Languedoc...), siempre aprovechando los lugares elevados para la defensa. Para subrayar este mismo carácter de agrupamiento rural, pero fuera de esos lugares elevados, en la región de Picardía, el historiador Robert Fossier ha utilizado el término encellulement.
Pero ha sido en Italia donde se ha prestado una mayor atención a la propuesta de Pierre Toubert. Más concretamente las excavaciones realizadas en Toscana por Riccardo Francovich durante veinte años en lugares tan significativos como Montarenti o Rocca San Silvestro permitieron someter a crítica el modelo de Toubert. En muchos de estos proyectos arqueológicos se pudo constatar que las aldeas fortificadas no se fundaron en lugares deshabitados, sino que contaban con importantes fases anteriores. En lugares como Montarrenti se pudo observa que en el siglo XI se dotó de un recinto amurallado un centro de poder de época carolingia.3 A partir de estos estudios arqueológicos se ha re-construido nuevamente el concepto de incastellamento y se ha hecho nueva genealogía de los poderes feudales.4
En la Península Ibérica ha habido varios autores que han valorado la utilidad de esta noción para analizar el proceso de formación de los paisajes medievales. En el caso castellano leonés existe un consenso a la hora de negar la utilidad de este concepto5

Bibliografía

P. Toubert, Les structures du Latium médiéval : le Latium méridional et la Sabine du IX° à la fin du XII° siècle, Ecole française de Rome, 1973. (Traducción parcial en P. Toubert, Castillos, señores y campesinos en la Italia medieval, Barcelona, 1990).
A. Bazzana, P. Guichard, J.-M. Poisson, Habitats fortifiés et organisation de l'espace, Maison de l'Orient, 1983.
M. Bourin, Villages médiévaux en Bas-Languedoc : genèse d'une sociabilité : X°-XIV° siècle, tome 1, Du château au village : X°-XII° s., L'Harmattan, 1987.
F. Bougard, "incastellamento", Dictionnaire encyclopédique du Moyen Age, Cerf, 1997.
A. Catafau, Les celleres et la naissance du village en Roussillon, PU Perpignan, 1998.
André Guillerme (1983). «II. L'enchatellement». En Champ Vallon. Les temps de l'eau. Seyssel. p. 264. ISBN 2-01000-488-4.
R. Francovich, R. Hodges, Villa to Village. The transformation of the Roman Countryside in Italy c. 400-1000, London, 2003

http://es.wikipedia.org/wiki/Incastellamento

jueves, 27 de enero de 2011

Jacquerie



La Jacquerie francesa
Época: CrisisBajaEdadMedia
Inicio: Año 1358
Fin: Año 1360
Antecedente:
Los grandes conflictos

Mucha más enjundia, y por lo tanto también consecuencias más graves, tuvo la revuelta campesina que estalló en Francia en 1358 y que conocemos como la Jacquerie. El cronista J. Froissart la denominó en su día la "gran maravillosa tribulación". Su nombre lo toma de "Jacques Bonhomme", apelativo genérico con el que se designaba en aquella época en tierras francesas a los rústicos. Sin duda, el motivo último de la revuelta se inscribía en la estructura social del mundo feudal, con su conocida dicotomía señores-campesinos. Pero los azotes que habían padecido los franceses en los años anteriores, desde la peste negra y los malos años hasta la negativa evolución de la situación militar en la confrontación con los ingleses, contribuyeron sin duda a agravar el panorama. A partir de estos datos se explica la afirmación del historiador H. Neveux de que la Jacquerie fue, en definitiva, "un acta de acusación".
La chispa que provocó el incendio fue un enfrentamiento entre los campesinos de una comarca limítrofe del Beauvais y una banda de caballeros saqueadores, conflicto que se saldó con la degollación de cuatro caballeros y cinco escuderos. Así pues, el origen del conflicto fue una reacción defensiva de los labriegos. Pero a los pocos días la revuelta ya tenía varios focos. Desde el Beauvais la insurrección se propagó hacia la Beauce y la Brie, así como hacia Picardía, Normandía, Champagne y las proximidades de Lorena, si bien en estas últimas regiones el movimiento tuvo muchos menos bríos. Los testimonios que se han conservado de dicha sublevación campesina nos pintan un cuadro ciertamente terrible, insistiendo, una y otra vez, en la violencia y la crueldad de que dieron muestras los labriegos. Veamos la opinión de J. de Venette, que, por cierto, no es de los más hostiles a la causa popular: "Esas gentes, reunidas sin jefes, quemaban y robaban todo y mataban gentilhombres y nobles damas y sus hijos, y violaban mujeres y doncellas sin misericordia".
No obstante, la descripción más precisa de la Jacquerie nos la proporciona el cronista Froissart, cuyas opiniones, como es bien sabido, reflejaban ante todo los puntos de vista de la alta nobleza francesa. "Algunas gentes de las villas campesinas se reunieron sin jefes en Beauvais. Al principio no eran ni 100 hombres y dijeron que todos los nobles del Reino de Francia, caballeros y escuderos, traicionaban al Reino, y que sería un gran bien destruirlos a todos... Entonces, sin otro consejo y sin otra armadura más que bastones con puntas de hierro y cuchillos, se fueron a la casa de un caballero, realizando actos de brutalidad sin cuento". Pero continuemos con el relato de Froissart: "Así hicieron en muchos castillos y buenas casas, y fueron creciendo tanto que llegaron a 6.000... Estas gentes miserables incendiaron y destruyeron más de sesenta buenas casas y fuertes castillos del país de Beauvais y de los alrededores de Corbie, Amiens y Montdidier. Y si Dios no hubiera puesto remedio con su gracia, la desgracia habría crecido de modo que todas las comunidades habrían destruido a los gentileshombres, después a la santa Iglesia, y a todas las gentes ricas de todo el país". Así pues, Froissart, después de señalar cómo los rústicos carecían de los elementos definitorios de cualquier ejército (no tenían jefes y no poseían armas adecuadas), se ceba en los desastres que causaron y pone el acento en la ruina que se avecinaba, si Dios no ponía remedio inmediato, para todos los sectores poderosos de Francia, tanto laicos como eclesiásticos. De todas formas, es innegable que Froissart generalizaba, pues la violencia campesina únicamente se dirigió contra la nobleza laica, respetando en todo momento, en cambio, los bienes eclesiásticos.
A partir de esos textos se elaboraron las primeras interpretaciones historiográficas de la Jacquerie. El movimiento parecía una explosión de cólera, más o menos espontánea, protagonizada por los campesinos de más baja condición. Así fue considerado por la historiografía tradicional. Pero en los últimos años se han matizado notablemente esos puntos de vista. Es innegable, desde luego, que la rabia de los campesinos miserables jugó un papel muy destacado en la insurrección de la Jacquerie. Pero no es menos cierto que en la misma participaron también labriegos de buena posición económica. Es posible incluso que uno de los principales motivos de la revuelta fuera la caída de los precios de los granos. ¿No induce a esa conclusión el hecho de que la Jacquerie se produjera precisamente en una de las principales regiones cerealísticas de Francia? G. Fourquin, para el cual los "jacques" no eran sino una asociación de "pequeñas bandas mal organizadas", ha señalado, no obstante, que la Jacquerie fue, en cierta medida, una revuelta "contra las secuelas de la crisis frumentaria de principios de siglo".
Hay que indicar, asimismo, que la Jacquerie contó con el apoyo de algunos sectores urbanos, particularmente de artesanos. Por otra parte, el movimiento no fue tan anárquico como en principio podía parecer. Tuvo una organización y tuvo, sobre todo, jefes, a pesar de las opiniones de los cronistas coetáneos. ¿Cómo olvidarnos, por ejemplo, de Guillaume Carle, caudillo indiscutido de la insurrección? Carle organizó dentro del movimiento una especie de cancillería. A el se debía igualmente la idea de ocupar sólo aquellos castillos que en verdad tuvieran interés desde el punto de vista estratégico, evitando ataques innecesarios a los restantes. En cualquier caso, la Jacquerie fue un movimiento de gran intensidad pero de corta duración. Ni los esfuerzos de Marcel, por una parte, ni los de Carle, por otra, lograron que llegara a conectar el movimiento campesino con el que por las mismas fechas había estallado en París. Así las cosas, el 10 de junio de 1358 Carlos el Malo acababa con la resistencia de los "jacques". Su líder, Guillaume Carle, fue hecho prisionero y, posteriormente, ajusticiado. A continuación se puso en marcha una dura represión contra los participantes en la revuelta. Mas aunque fracasada, no se puede olvidar que la Jacquerie dejó una huella muy profunda en la conciencia colectiva del campesinado del país galo.
El periodo comprendido entre los años 1358 y 1378 fue, dentro de lo que cabe, una era de paz social. No puede negarse que si analizamos con un mínimo de detalle los acontecimientos de esos años pueden señalarse movimientos populares en este o en aquel lugar, aunque por lo general todos ellos fueran de escasa incidencia. Tal sería, por ejemplo, el caso de la sublevación que se produjo en la ciudad alemana de Augsburgo en 1368, o de determinados movimientos que tuvieron lugar por esas mismas fechas en el mundo rural inglés. Es posible que ejercieran un peso muy fuerte, en esa situación de relativa paz social, los gravísimos trastornos que habían padecido los europeos en los años medios de la centuria, lo que habría originado un cansancio generalizado en todos los sectores sociales. Pero en 1378 el fuego se reavivó, con inusitada fuerza, inaugurando una etapa, ciertamente breve (apenas duró cinco años, desde 1378 hasta 1383), pero de especial intensidad por lo que a las luchas sociales se refiere siendo la revuelta de los "ciompi" florentinos su máxima expresión.

FUENTE: http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1157.htm


Medieval Sourcebook: Jean Froissart: on the Jacquerie, 1358

The period following the Black Death saw a number of political and social upheavals, caused by the disease itself, as well as wars and other insecurities. There were a number of peasant rebellions. That in France in 1358 was known as the Jacquerie - since a common name for a peasant was a "Jacques". Here it is described of 1358 was described by the chronicler Jean Froissart.

Anon after the deliverance of the king of Navarre there began a marvellous tribulation in the realm of France, as in Beauvoisin, in Brie, on the river of Marne, in Laonnois, and about Soissons. For certain people of the common villages, without any head or ruler, assembled together in Beauvoisin. In the beginning they passed not a hundred in number they said how the noblemen of the realm of France, knights and squires, shamed the realm, and that it should be a great wealth to destroy them all: and each of them said it was true, and said all with one voice: "Shame have he that cloth not his power to destroy all the gentlemen of the realm!"

Thus they gathered together without any other counsel, and without any armour saving with staves and knives, and so went to the house of a knight dwelling thereby, and brake up his house and slew the knight and the lady and all his children great and small and brent his house. And they then went to another castle, and took the knight thereof and bound him fast to a stake, and then violated his wife and his daughter before his face and then slew the lady and his daughter and all his other children, and then slew the knight by great torment and burnt and beat down the castle. And so they did to divers other castles and good houses; and they multiplied so that they were a six thousand, and ever as they went forward they increased, for such like as they were fell ever to them, so that every gentleman fled from them and took their wives and children with them, and fled ten or twenty leagues off to be in surety, and left their house void and their goods therein. These mischievous people thus assembled without captain or armour robbed, brent and slew all gentlemen that they could lay hands on, and forced and ravished ladies and damosels, and did such shameful deeds that no human creature ought to think on any such, and he that did most mischief was most praised with them and greatest master. I dare not write the horrible deeds that they did to ladies and damosels; among other they slew a knight and after did put him on a broach and roasted him at the fire in the sight of the lady his wife and his children; and after the lady had been enforced and ravished with a ten or twelve, they made her perforce to eat of her husband and after made her to die an evil death and all her children. They made among them a king, one of Clermont in Beauvoisin: they chose him that was the most ungraciousest of all other and they called him king Jaques Goodman, and so thereby they were called companions of the jaquery. They destroyed and brent in the country of Beauvoisin about Corbie, and Amiens and Montdidier more than threescore good houses and strong castles. In like manner these unhappy people were in Brie and Artois, so that all the ladies, knights and squires of that country were fain to fly away to Meaux in Brie, as well the duchess of Normandy and the duchess of Orleans as divers other ladies and damosels, or else they had been violated and after murdered. Also there were a certain of the same ungracious people between Paris and Noyon and between Paris and Soissons, and all about in the land of Coucy, in the country of Valois, in the bishopric of Laon, Nyon and Soissons. There were brent and destroyed more than a hundred castles and good houses of knights and squires in that country.

From G. C. Macauly, ed., The Chronicles of Froissart, Lord Berners, trans. (London: Macmillan and Co., 1904), pp. 136-137.

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FUENTE: http://www.fordham.edu/halsall/source/froissart2.html

viernes, 28 de mayo de 2010

Alfonso V el Magnanimo



Alfonso V el Magnánimo

(Medina del Campo, actual España, 1396-Nápoles, 1458) Rey de Aragón, Valencia (Alfonso III), Mallorca (Alfonso I), Sicilia (Alfonso I) y Cerdeña (Alfonso II), conde de Barcelona (Alfonso IV) (1416-1458) y rey de Nápoles (Alfonso I) (1442-1458). Hijo primogénito del infante Fernando de Castilla y de Leonor de Alburquerque, se convirtió en heredero al trono de la Corona de Aragón cuando su padre fue proclamado rey, el 24 de junio de 1412, en el compromiso de Caspe, acuerdo que ponía fin al conflictivo interregno abierto en la Confederación catalano aragonesa a la muerte del soberano Martín I sin sucesor directo (1410).

En 1415, el príncipe Alfonso casó con María de Castilla, su prima hermana, con quien no tendría hijos, y ese mismo año tuvo que asumir las tareas de gobierno a causa de la enfermedad de su padre, Fernando I de Aragón. En 1416, el prematuro fallecimiento del monarca le hizo ceñirse la corona, con tan sólo veinte años.

A pesar de la prudencia del joven soberano, en 1419 surgieron las primeras discrepancias con las cortes catalanas, que no sólo exigían la destitución de sus consejeros castellanos, sino que también se oponían, paradójicamente, al deseo de Alfonso V de proseguir personalmente la secular expansión de Cataluña por el Mediterráneo, debido al previsible perjuicio que la ausencia real provocaría en los estados hispánicos de la Corona de Aragón. El rey, sin embargo, zarpó hacia Cerdeña y consolidó el dominio catalán sobre la isla (1420), pero hubo de renunciar a adueñarse de Córcega, dado el apoyo que la ciudad de Génova prestaba a los corsos (1421).

Esta decisión se adoptó ante la posibilidad de conquistar Nápoles, donde dos facciones nobiliarias se disputaban la sucesión de la reina Juana II. Así, en julio de 1421, Alfonso el Magnánimo venció a Luis de Anjou, pretendiente al trono napolitano, y a los genoveses, lo cual le permitió entrar en la ciudad italiana y convertirse en el ahijado de su soberana, aunque dos años más tarde una revuelta popular le obligó a replegarse a Cataluña.

Durante nueve años permaneció en sus reinos peninsulares, enzarzándose en una estéril guerra con el monarca castellano Juan II para defender los intereses políticos y económicos de sus hermanos, los infantes de Aragón, en Castilla. En mayo de 1432, Alfonso V partió definitivamente hacia Italia, para instalarse en Sicilia. A la muerte de Juana II de Nápoles, en 1435, el monarca intentó asediar Gaeta, pero en la batalla de Ponza cayó prisionero de los genoveses, aliados del nuevo soberano napolitano, Renato de Anjou. Trasladado a Milán, Alfonso supo sin embargo granjearse la simpatía de Felipe María Visconti, duque de Milán y señor de Génova, quien se convirtió en un amigo leal. Esta amistad facilitaría, en 1443, después de años de lucha con Venecia, Florencia, el Papado y los angevinos, la conquista de Nápoles por parte del rey aragonés.

A partir de este momento, Alfonso V estableció su corte en Nápoles, convirtió la ciudad un gran centro humanístico y se dedicó por completo a la política italiana. De forma paralela, el monarca confió el gobierno de sus reinos hispánicos, sucesivamente, a la reina María (1432-1454) y al hermano de ésta Juan de Navarra (1454-1458). Con todo, desde la distancia, favoreció las aspiraciones de los campesinos de remensa catalanes (1448), aunque no dudó en sofocar violentamente la revuelta del campesinado mallorquín (1453).

Alfonso V el Magnánimo murió en el castillo del Ovo, en la ciudad de Nápoles, el 27 de junio de 1458, y fue sucedido en la Corona de Aragón por Juan de Navarra y en el reino de Nápoles por su hijo natural Fernando.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/alfonso_v.htm

viernes, 23 de octubre de 2009

Carlos VI "el Loco" (1380-1422)



Hijo de: Carlos V y Juana de Borbón.

Vida: 1368 - 1422

Casado con: Isabel de Baviera (1385).

Hijos: Isabel, Juana, María, Michele, Luis (muerto en 1415), Juan (muerto en 1417), Catalina, Carlos VII.

Como que sucedió al padre a los doce años, la regencia la tuvieron que asumir sus tíos los duques de Borgoña, Anjou, Borbón y Berry quienes se disputaban el poder. Su debut real fue marcado por varias revueltas anti fiscales en todas las partes del reino, la más importante fue aquella que protagonizó Van Artevalde en Flandes quien finalmente fue muerto en una batalla campal en 1382. Con la Inglaterra, Carlos VI ha firmado varias treguas que aguantarán la paz hasta 1404.

En 1388 el rey se empecina en gobernar por su cuenta tratando de sacarse a sus tíos pero en 1392 pasa por los primeros sintomas de locura, enfermedad que resentirá la Francia en sus horas más negras...

Bajo su sinrazón, sus parientes tomarán las armas entre ellos: Orleans versus Borgoña. En 1407, Luis duque de Orleans, hermano del rey fue asesinado y estalla la guerra civil entre los armañacs, partidarios de Carlos duque de Orleans e hijo del muerto y los borgoñones partidarios de Juan sin Miedo descendiente de la bastarda Juana II de Navarra (si, la misma bastarda repudiada por Luis X el Huraño). Aprovechándose de la situación, Inglaterra declara la guerra con Enrique IV de Inglaterra a la cabeza con la ayuda de los armañacs en 1412, su descendiente Enrique V directamente reclama la corona sin más preámbulos, va a Francia e inflige la desastrosa derrota de Azincourt a los franceses, la misma que fue cantada en una memorable obra de Shakespeare... pero no se atreve a más, yéndose a Normandía.

Después del asesinato de Juan sin Miedo duque de Borgoña a quien le sucede su hijo Felipe el Bueno, Inglaterra decide cambiar de bando apoyando en ese momento a los borgoñones en 1419. La traición de la reina Isabel de Baviera, cónyuge real y del duque de Borgoña hacia el Delfín Carlos mediante el terrible tratado de Troyes y la inconsciencia del rey loco incapaz de defender a su hijo mayor: desheredan del trono al Delfín y reconocen la corona a Enrique V a la futura muerte de Carlos VI. Francia ya había tocado fondo.

A la muerte del rey que jamás ha gobernado en tan extenso tiempo, Enrique V de Inglaterra ha sido proclamado rey y el Delfín Carlos debió de huir ignominiosamente.



Francia en su hora más lúgubre: una mayúscula derrota en Azincourt cantada por Shakespeare por los siglos de los siglos.

Personalidad:

Un rey enajenado era... tenía una estatura alta pero no tanto, tenía ojos muy vivos y era rubio. Solía tener un gran corazón para cualquier cosa, jamás ha negado audiencia a nadie. Cuando estaba calmo, era muy benévolo pero cuando estaba en sus periodos malos solía farfullar cosas incomprensibles.




Un rey enajenado musita delirios a un paciente súbdito mientras otros complotan en contra suya.

FUENTE E IMAGENES: http://www.cscom.com.ar/ruy/capetos/carlos6.html

Carlos VI de Francia (París, 3 de diciembre de 1368 – París, 21 de octubre de 1422), conocido como "Carlos el Bien Amado", era hijo de Carlos V y de Juana de Borbón. Sucedió a su padre en el trono francés a la edad de 11 años. Al nacer se le hizo Señor del Delfinado. Desde aquel entonces se instituyó la costumbre y tradición de dar el Título de Delfín al hijo mayor del rey francés.

Juventud

Nació en París, hijo del rey Carlos V y de Juana de Borbón. A la edad de 11 años, fue coronado rey de Francia en el año 1380. Se casó con Isabel de Baviera en 1385. Hasta que se hizo cargo de su reinado en 1388, Francia fue regida por su tío, Felipe II el Atrevido, Duque de Borgoña.
Carlos VI era apodado Carlos el Bien Amado y más tarde Carlos el Loco, debido a que alrededor de los 25 años, experimentó ataques de psicosis. Éstos seguirían ocurriendo por el resto de su vida. Basándose en sus síntomas, los doctores creen que el rey puede haber sufrido de esquizofrenia, porfiria o trastorno bipolar.

El Rey enloquece

Su primer episodio ocurre en 1392 cuando su amigo y consejero, Olivier IV de Clisson, fue víctima de un intento de asesinato. Aunque Clisson sobrevivió, Carlos estaba resuelto a castigar al casi asesino Pierre de Craon quien se había refugiado en Bretaña. Algunos contemporáneos, dicen que Carlos parecía tener "fiebre" de comenzar la campaña y su forma de hablar era confusa. Carlos reunió una armada el 1 de julio de 1392. El avance fue lento, lo que provocó un frenesí de impaciencia en el rey.
Mientras viajaban por un bosque, una mañana cálida de agosto, un infante vestido con harapos, llegó corriendo hasta donde estaba el caballo del rey y tomó sus riendas. "¡No viaje más, noble Rey!", le gritó. "¡Devuélvase, está siendo traicionado!" Los escoltas del rey golpearon al hombre, pero no pudieron arrestarlo, con lo que él siguió a la procesión por un cuarto de hora, repitiendo sus clamores.
La compañía emergió del bosque al mediodía. Un paje, que estaba somnoliento por el sol, dejó caer la lanza del rey, la cual golpeó ruidosamente contra el acero del casco que llevaba otro paje. Carlos se estremeció, sacó su espada y gritó "¡A la carga contra los traidores! ¡Desean entregarme al enemigo!". El rey espoleó su caballo y comenzó a balancear su espada hacia sus compañeros, peleando incluso con su chambelán. Un grupo de soldados pudieron tomarlo de su montura y acostarlo en el suelo. Él se quedó quieto y no reaccionó, cayendo en coma. El rey había asesinado por lo menos a un caballero en su delirio y es posible que más (las cifras exactas difieren unas de otras en las crónicas de la época).
El tío de Carlos, Felipe II, Duque de Borgoña asumió la regencia en ese momento, despidiendo a los consejeros de Carlos en el proceso. Este sería el comienzo de una disputa que dividiría a los reyes de Francia y a los duques de Borgoña los siguientes 85 años.
El rey sufriría otros períodos de enfermedad mental en su vida. Durante un ataque en 1393, Carlos no podía recordar su nombre, no sabía que era rey y huyó de su mujer aterrorizado. No reconocía a sus hijos, pero reconocía a su hermano y concejales, así como recordaba los nombres de personas que ya habían fallecido. En ataques posteriores, vagaba por sus palacios aullando como lobo, se rehusó a bañarse por meses y sufrió de alucinaciones que le hacían creer que estaba hecho de vidrio.
El secretario real de Carlos, Pierre Salmon pasó mucho tiempo en discusiones con el rey mientras sufría su intermitente pero incapacitante psicosis. En un esfuerzo para encontrar una cura a la enfermedad del rey, estabilizar la turbulenta situación política y asegurar su propio futuro, Salmon supervisó la producción de dos versiones distintas de los bellamente iluminados manuales para el buen reinar, conocidos como Pierre Salmon's Dialogues.

Matrimonio

En 1385 contrae matrimonio con Isabel de Baviera, miembro de una familia con ascendencia de varias de las casas reales europeas (alemana, siciliana, milanesa, napolitana, aragonesa, húngara, castellana, entre otras).

Gobierno

Al igual que su padre, en un principio el joven monarca francés gobernó con energía. En 1388, con el apoyo de su hermano, Duque Luis de Orleans, eludió la tutela de los regentes, entre los que se encontraban su tío Felipe II de Valois, Duque de Borgoña, (llamado Felipe el Atrevido).
Carlos VI reemplazó hábilmente a los regentes por consejeros y asesores de confianza de su padre. Sin embargo, cuatro años después sufrió un severo ataque de locura y el reino francés cayó en poder de su hermano Luis y de su tío Felipe.

Bal des Ardents

En enero de 1393, la reina Isabel de Baviera organizó una fiesta para celebrar el matrimonio de una de sus damas de compañía. El rey y otros cinco caballeros se disfrazaron de salvajes y bailaron encadenados unos a otros. Ellos estaban "vestidos con lino cosido a sus cuerpos y embebido en cera resinosa para sostener cabos de cáñamo", "a objeto de parecer peludos y despeinados de la cabeza a los pies".1 En vista del obvio peligro de incendio, había prohibición de antorchas en la sala. Sin embargo, el hermano del rey, Duque de Orleans, se acercó con una antorcha encendida, según algunos, molestando a los bailarines con ella. Uno de ellos comenzó a incendiarse y cundió el pánico. La duquesa de Berry, Juana II de Auvergne, quien reconoció a Carlos, lo escondió bajo sus faldas, salvándole la vida. Cuatro de los demás caballeros perdieron la vida. Este incidente fue conocido como Bal des Ardents ('Baile de los hombres que arden').

La mayor parte de los relatos, apuntan hacia que la acción de Luis fue un accidente y que sólo estaba intentando encontrar a su hermano. Sea como sea, Luis poco después persiguió un romance con la reina y fue asesinado por su rival político Juan Sin Miedo, duque de Borgoña en 1407. Como consecuencia, su hijo Carlos de Orleans organizó el partido llamado de los Armagnacs. Entre los Armagnacs y los Borgoña se desató la guerra familiar y civil.

El Conflicto con Inglaterra

El reinado de Carlos VI estuvo marcado por la continuación de la guerra con los ingleses ( la Guerra de los Cien Años). En 1396, Carlos hizo un intento de pacificación, cuando dio en matrimonio a su hija de casi 7 años de edad, Isabel a Ricardo II de Inglaterra de 29 años.
Pero la paz en Francia no duró. La disputa entre la familia real y la Casa de Borgoña llevó al caos y a la anarquía. Aprovechando esta situación, el nuevo rey Enrique V de Inglaterra, se alió con los Borgoña, lideró una invasión y venció a los franceses en la Batalla de Azincourt en 1415. Ante esto, en 1420, Carlos VI -ahora completamente incapacitado por su enfermedad- firmó el tratado de Troyes que reconocía a Enrique V como su sucesor en el trono francés, declaraba a su hijo, el Delfín Carlos como bastardo y prometía en matrimonio a su hija Catalina a Enrique.
De hecho, existen muchas dudas acerca de la legitimidad del delfín Carlos, su madre era conocida por sus romances. Él también tenía una naturaleza débil y enclenque, que causaba conflictos con su madre y su propio hijo, el futuro Luis XI de Francia.
Muchas personas, incluyendo a Juana de Arco, creían que el rey sólo pudo consentir términos tan desastrosos y sin precedentes del tratado por el estado mental de su enfermedad y que, como resultado, Francia no podía caer en sus manos.
Carlos VI murió en 1422 en París y está sepultado con su mujer, Isabel de Baviera en la Basílica de Saint Denis.
Le sucedió en el trono su hijo Carlos, quien fue oficialmente coronado en el año 1422 con el nombre de Carlos VII de Francia en la Catedral de Reims.
Aparentemente, Catalina de Valois le transmitió la enfermedad mental de Carlos VI a su hijo, Enrique VI de Inglaterra. Su incapacidad para gobernar desató la Guerra de las Dos Rosas.

viernes, 16 de octubre de 2009

El Derecho de Pernada



«Le droi du Seigneur» por Vasily Polenov

Un cuadro historicista en el que se muestra, en tono melodramático, a un pobre anciano entregando sus jóvenes hijas al despótico señor feudal


El derecho de pernada (en latín vulgar medieval, Ius primae noctis; en inglés se usa la expresión francesa Droit de Seigneur, aunque en francés es más acertada la locución Droit de Cuissage) es un derecho feudal que teóricamente establecía la potestad señorial de tener relaciones sexuales con toda doncella, sierva de su feudo, recién casada con otro siervo suyo. Este presunto derecho tuvo vigencia durante la Edad Media de Europa occidental (aunque hay paralelismos en otras partes del Mundo) como componente del modo de producción feudal. El Diccionario de la Real Academia Española recoge la acepción estricta que acabamos de enunciar, pero también añade una segunda acepción coloquial, más amplia, referente al abuso de autoridad.

Dado que no han aparecido documentos legales acerca de este presunto privilegio feudal, se ha discutido mucho sobre su naturaleza real. Básicamente hay quien acepta que se trata de un derecho señorial tal cual lo define la historiografía tradicional, incluida la agresión sexual en la noche de bodas; otros, en cambio, piensan que era un ritual simbólico de sumisión que se saldaba con el pago de una tasa en especie o metálico y una ceremonia; los hay, que aceptan que el abuso sexual era un hecho social (no referido a las bodas, aunque sí a la servidumbre feudal), pero no un derecho: más bien el reflejo de la dominación de una clase privilegiada y de la baja consideración que se tenía de la mujer en la época.

http://es.wikipedia.org/wiki/Derecho_de_pernada

Aqui dos articulos muy interesantes.


El derecho de pernada viene a ser el ius primae noctis, “el derecho a la primera noche”, un derecho consuetudinario finalmente impugnado como un “mal uso” y abolido en Cataluña en la sentencia de Guadalupe, que nos ofrece pistas sobre el origen probable del nombre, derecho de pernada, pues en su fase final se podía ejercer el derecho feudal simbólicamente colocando la pierna encima del lecho conyugal, o bien pasando el señor por encima del cuerpo de la novia en el tálamo también el día de la boda. Derecho a la primera noche porque el señor laico o eclesiástico tiene derecho por razones de un ritual que hace valer la preeminencia de su poder sobre el marido en el momento de constitución de la relación familiar, asimismo relación de poder, a tener el primer contacto sexual con la novia su noche de bodas que sin está contemplada como la concreción de la autoridad marital.

Tenemos un caso magnífico en Santiago de Compostela con el arzobispo don Rodrigo de Luna, un joven caballero reorientado hacia la carrera eclesiástica y sobrino de Álvaro de Luna. Está bien documentado (Diego Valera, Memorial de diversas hazañas) este caso “puro” del derecho a la primera noche de la novia vasalla, que utilizan después el bando que le era contrario para levantar a los caballeros de Santiago contra él, y para ennegrecer después la memoria de los Luna cronistas como Valera. El uso del derecho tuvo lugar en 1458, época de degradación de una costumbre feudal ya muy contestada, residual, de hecho no aparece entre las motivaciones de los rebeldes irmandiños nueve años después…



Otro caso que suelo utilizar en las clases de “fuentes históricas medievales”, altamente sugestivo, con testimonios en parte de origen oral incluidos en una sentencia judicial de finales del siglo XIV sobre unos derechos feudales donde aparecía el extraño deber que las mujeres del coto de Aranga del Monasterio de Sobrado tenían que cumplir en la granja de Carballotorto, donde tenían que estar dos o tres días al año para un servicio que no sabía qué, dice el representante campesino. El juez real concluye que dicho servicio era deshonesto y que no se debía cumplir, siendo por tanto abolido. Se trata de un caso específico, en principio no generalizable a todas la jurisdicción de Sobrado: los derechos consuetudinarios hay que entenderlos por lo regular localmente. No nos debería desde luego extrañar que sea tan corporal este servicio feudal porque en los “malos usos” aparecen también otros servicios personales no menos ajenos a la mentalidad moderna como el derecho al maltrato. ¿No estaban los propios payeses de remensa sujetos corporalmente a la tierra del señor? He encontrado en la Galicia bajomedieval estos y otros casos, pero los hay por todos los lados… si los queremos ver, claro.

Lo que sería muy extraño es que la Edad Media quedase al margen de la noción ampliada, de uso coloquial hoy en día, del derecho de pernada, que nació precisamente en la Edad Media, guste o no guste. A lo largo de la historia es conocido que la relación jerárquica mezclada con la relación de género ha dado lugar a este tipo de abusos, lo que ahora llamamos “acoso sexual”, que se dio, y se da, en el mundo de la empresa, y también en el mundo de la universidad, y está ya castigado por el código penal. Sería muy raro que no existiese algo parecido en una relación social como la esclavista, por ejemplo (hay casos conocidos y estudiados), o la relación feudal donde los siervos tienen una dependencia personal, y a menudo corporal, del propio señor que incluye a toda la familia. Se puede comprobar en las fuentes del derecho consuetudinario y aplicado, incluso en el derecho escrito, hay huellas interesantes en las Partidas y en los Fueros si leemos entre líneas y lo relacionamos con otras fuentes más directas y populares. Si bien la fuente europea más clara para quien valore sobre todo la documentación escrita, y la firma del rey Católico, es la sentencia de Guadalupe (1486), documento de derecho aplicado y de carácter arbitral como la sentencia de Carballotorto, en ambos casos la noticia de este tributo feudal surge de la tradición oral y local en el momento de su impugnación y abolición.

Aparece el derecho de pernada en diferentes versiones y sitios muy dispersos, también hay excelentes datos de la Francia medieval, y casi siempre en su fase de degradación y conflicto, pues es entonces, perdido el consenso social y mental, cuando salta la escritura. El tema da lugar, si aplicamos un enfoque de género, a preguntas un poco perturbadoras como el grado de consentimiento que suponemos diferente en el caso de la victima respecto al resto de la familia, sobre todo los hombres: el padre, el marido, el hermano, habría que investigarlo más. Existe un gran vacío sobre este tema, urge una monografía histórica a nivel español y europeo sobre el derecho medieval de pernada con base empírica y sin prejuicios, tratando este tema como cualquier otro, con método y amplitud de miras.



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La fuente es clara, y he comparado estos datos con los de otros monasterios de la península y de Francia, se dan casos bien parecidos extraídos de fuentes a veces narrativas con una base histórica como en el caso de los franciscanos de Hostalric, el relato más detallado del derecho de pernada eclesiástico, escrito justamente después de los hechos en forma literaria; o el caso de Monturiol y la revuelta albigense que condujo a la quema del monasterio, entre otras cuestiones por el uso del derecho de pernada.

Y hay bastantes datos en este sentido, al igual que tenemos información de otros derechos feudales de tipo personal también contestados hacia finales de la Edad Media. En el caso de la granja cistercienciense de Carballotorto no se hace distinción entre solteras y casadas, ni aparentemente está sujeto este servicio feudal a la noche de bodas. Hay una amplia variedad de versiones. Al final ese derecho consuetudinario se degrada, predomina la fuerza sobre el consenso, y acaba confundiéndose con simples violaciones practicadas por sirvientes de los señores, sobre todo laicos, y este es otro tema, las violaciones existen a todo lo largo de la historia.

Precisamente hallé el derecho de pernada cuando me planteaba hacer un trabajo sobre la violación en la Baja Edad Media gallega para unas jornadas sobre la historia de las mujeres en Luján (Argentina). Estaba buscando datos sobre violaciones y me encontré con otra cosa distinta: una serie de abusos sexuales donde mediaba una jerarquía social, feudal, entre el supuesto beneficiario, laico o eclesiástico, y la víctima.



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Mi discrepancia amigable no es tanto contigo Adeline sino con Alain Boureau. Cuando estaba haciendo su libro sobre Le droit de cuissage le pasé, no sin cierta inocencia, durante el I Congreso de Historia a Debate, mi trabajo que ya estaba publicado para que incluyese datos españoles en su trabajo de ámbito más general (aunque hecho con datos principalmente franceses). Para él fue muy perturbador porque mi investigación contradecía la hipótesis del libro que prácticamente tenía ya redactado, y donde se defiende con pasión que el derecho de pernada es un mito, que tal cosa no existió realmente en la Edad Media. Alain añadió con todo un apéndice, como bien sabe Adeline Rucquoi, en cierto sentido honesto, otro podía haber ignorado una investigación que lo contradecía, asegurando de manera excesiva que yo era el primer historiador serio que afirmaba en mucho tiempo la existencia histórica del droit de cuissage, reconociendo en algún momento –cosa que no hace con las fuentes francesas- la base documental de mi trabajo, sugiriendo en una nota al final del libro que tal vez se trate de una especialidad española, algo así como un chateau en Espagne, vamos..

En realidad Le droit de cousage no es un trabajo de investigación sino un ensayo sobre una base bibliográfica que remite a la valiosa documentación generada en su momento por el debate entre liberales y conservadores (realistas) en el siglo XIX, en el cual la Iglesia tomó partido claramente y buena parte de la academia decimonónica. Nuestro amigo Alain toma asimismo partido, utilizando sus conocimientos y prestigio de historiador, que no son pocos, y con la mejor intención, sin duda, pues nos dice bastante claramente que su conciencia no puede aceptar el derecho de pernada eclesiástico, ni la “mala imagen” que daríamos de la Edad Media si los medievalistas asumimos tal cosa como el derecho a la primera noche y sus variantes. La verdad es que, en Francia, está también por hacer hoy un verdadero trabajo de investigación sobre el droit de cuissage. Hay muchos y buenos datos, tan o más claros que los españoles, que Alain deshecha sin demasiada argumentación, obsesionado por confirmar la tesis previa de la no-existencia en Francia del cuissage, casi como si fuese algo que afectase al honor nacional. Se le escapa así algo que no sucede en España y es muy importante: la transformación del derecho de pernada de servicio personal a tributo en dinero, fenómeno muy generalizado en la Francia bajomedieval y altomoderna que ha dejado numerosos rastros documentales, y conflictos.

En fin, que ha llegado la hora de terminar con el derecho de pernada como tabú historiográfico trabajando con las fuentes y garantizado la pluralidad de enfoques también ideológicos y religiosos.

En mi caso tengo que reconocer que me planteé el problema historiográfico a partir de la recepción crítica francesa: ¿Por qué existe un tabú académico obre este tema? ¿Por qué se ha establecido un consenso, o sea un paradigma compartido, aseverando que “no ha existido el derecho de pernada” cuando lo que no ha existido en realidad son investigaciones serias sobre ello por parte de la historiografía del siglo XX, incluyendo la más renovadora? ¿Por qué el medievalismo francés se ha alineado tan fácilmente con la historiografía católico conservadora del siglo XIX, cuyas tesis resucita y actualiza Alain Boureau en 1995, sin prácticamente resistencia (salvo Geneviève Fraisse desde posiciones feministas). La derrota es para todos: no hemos sido capaces de hacer una síntesis, compatible con los datos empíricos, sobre el derecho de pernada, más allá de las creencias extraacadémicas de cada uno/a. Yo animo, por tanto, a colegas más jóvenes a cubrir este campo inédito de la investigación sobre el sistema feudal europeo, convencido de que los casos de Galicia o Cataluña no son “especiales”, como Boutruche intuyó en su momento: este tributo corporal de las mujeres del señor estuvo, o pudo estar, vigente allá donde el feudalismo funcionó como sistema social y mental.

http://www.h-debate.com/cbarros/spanish/inmediata/debates/balaguer6.htm

RECOMIENDO LA LECTURA DE OTRO ARTÍCULO EXTENSO: RITO Y VIOLACIÓN: DERECHO DE PERNADA EN LA BAJA EDAD MEDIA